Las vacaciones de verano son el típico momento del año donde viajar se convierte en un asunto familiar; en plena época de asueto, cuando la mayoría de los adultos han cogido sus vacaciones anuales, y los hijos tienen asimismo un parón en las clases, es normal querer pasar ese tiempo con los más allegados. Los núcleos familiares se ponen de acuerdo para visitar a otros parientes, encontrarse con familias amigas, o simplemente buscar un destino turístico donde viajar todos juntos.

Sin embargo, una vez pasada esta temporada, y en un año en el que no confluyan las circunstancias excepcionales como en los dos últimos, cuando llega septiembre y sobre todo octubre se empieza a activar otro tipo de turismo vacacional. A partir de ese momento, nos encontrarmos con que la mayoría de los viajes de ocio se realizan solo en pareja o, lo que en los últimos tiempos es algo muy frecuente, aparecen los llamados viajeros singles. Estos últimos tienen un perfil muy definido: son adultos entre 30 y 60 años, viajan hacia destinos turísticos no tan comerciales como los veraniegos, y en su gran mayoría tienen pareja aunque lo normal es que no lleguen a confesarlo en ningún momento de su viaje.

El por qué este tipo de turista solitario aunque no necesariamente soltero viaja en plan ocioso sin su pareja y comportándose como si no la tuviera no está claro. Se dice que las relaciones de pareja han cambiado, que ser single no significa necesario carecer de alguien especial en tu vida y, lo que es más sorprendente, viceversa. O sea, que se da a entender que el concepto de pareja que hace todo junta y de mutuo acuerdo está caduco; que si hay diferencia de opiniones, o diferencia de estados, horarios o lugares, lo normal es acabar haciendo cada uno lo suyo por su lado. Para los más tradicionales, esto no tiene pies ni cabeza, se da de frente contra todo lo que se considera una relación sentimental y de convivencia bien avenida; pero la realidad es que hay cada vez más turistas que viajan solos, sea por la razón que sea.

Y no pienses que es una cuestión de género, porque las estadísticas también hablan del buen número de mujeres que también organizan sus vacaciones como viajeras singles. En ellas es más raro, pero no excepcional en estos momentos, y cada vez se ve más en cualquier aeropuerto o estación de tren o autobús. Claro, la sociedad ya no es tan liberal con ellas, se las mira raras, y se les atribuyen otras intenciones más aviesas. Porque ¿dónde puede ir una mujer sin un hombre que la acompañe?

Llegados a este punto, una imaginación calenturienta imagina una auténtica escena porno, donde esta mujer ha dejado tirado a su pareja (llámase marido, novio, e incluso otros familiares responsables) para irse lejos a tener sexo con desconocidos, cuanto más mucho mejor. Sí, justo como en esos videos xxx de las webs para adultos donde las tías no piensan más que en joder con el primero que les guste, sin importarles mucho eso de la infidelidad, que en la pornografía siempre está sobrevalorada. Estas turistas solitarias no buscan más que tener sexo gratis en lugares y con gente donde nadie las conozca; ah, y como esto no es tanto una cuestión machista, se les da el mismo tratamiento a los tíos; solo que ellos, la más de las veces, se van de putas, y no acaban de encontrarle el puntillo a eso del sexo gratis.

Pero guste o no, cualquiera sea nuestra opinión, esta es la nueva situación en el sector de los viajes en todo el mundo desarrollado. Si hay que hacer caso de las nuevas tendencias, podría ser que no solo cambiara todo el sector turístico, sino también incluso nuestra sociedad y el concepto que tenemos de las relaciones de pareja.

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