Los presidentes de Estados Unidos raramente dicen a agencias como la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) públicamente qué hacer. Pero la declaración de Barack Obama, el 10 de noviembre, pidió claridad en el debate sobre la “neutralidad de la red”, un principio apreciado de que todo el tráfico en Internet debe ser tratado por igual. Se sirve mejor, escribió, regulando los servicios de Internet de banda ancha de la misma manera que lo hacen las empresas de servicios públicos.

Sin embargo, la intervención del presidente hace que sea aún más improbable que la FCC finalice nuevas reglas sobre cómo los proveedores de servicios de Internet (ISP) deben tratar el tráfico en sus redes este año, como había planeado. Y cuando las publique, las propuestas enfrentarán fuertes vientos en contra legal y político. Las grandes firmas de telecomunicaciones se están preparando para demandar si las reglas no se ajustan a ellas. Es probable que el Congreso controlado por los republicanos presente una dura resistencia. Así que ahora sería una sorpresa si las reglas de neutralidad de la red se establecieran antes de que Obama deje el cargo. Mientras tanto, la inversión para mejorar las velocidades de banda ancha puede ralentizarse. 

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